Compartir

Descubriendo la autoestima: cómo construir una autoestima saludable

La autoestima es un concepto que a menudo se malinterpreta. Aunque el prefijo «auto» sugiere que depende únicamente de la persona, en realidad es el resultado de nuestras experiencias y relaciones con los demás, especialmente con nuestros cuidadores primarios como padres o profesores.

Para construir una autoestima saludable, es esencial que los niños y adolescentes se sientan reconocidos y valorados. Los padres deben ofrecer una mezcla adecuada de aliento y crítica constructiva para ayudarles a entender sus fortalezas y debilidades. En lugar de decirles que son capaces de hacer todo lo que se proponen, es importante ser realistas y ayudar a reconocer sus límites. Esto les permitirá desarrollar una autoestima equilibrada y realista.  No se trata de tener una autoestima excesivamente alta, sino de tener una autoestima suficiente y óptima que nos permita aceptarnos tal y como somos.

La autoestima está relacionada con el tipo de apego que desarrollamos durante nuestra infancia. Si hemos experimentado un apego seguro, es más probable que tengamos una autoestima saludable. Por lo tanto, es importante que los padres brinden a sus hijos una sensación de seguridad emocional y física. Esto implica cubrir sus necesidades físicas, emocionales, sociales y cognitivas, y proporcionar un ambiente estable y seguro donde puedan crecer y desarrollarse.

Para fomentar una autoestima saludable, es fundamental el buen trato, estar disponible y responder a las necesidades de nuestros hijos, al mismo tiempo que les ponemos límites y les fomentamos la autonomía. Es importante que se sientan importantes y vistos, pero sin condicionantes o exigencias excesivas. Si los niños experimentan vergüenza o miedo en diferentes contextos, es posible que desarrollen una autoestima baja.

¿Cómo la autoestima de un niño puede afectar su vida? 

La autoestima se refiere a cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos y cómo nos valoramos como personas. Es nuestra voz interior que nos dice cómo te sientes sobre ti mismo y que se ha construido por lo que en etapas tempranas te decían tus padres, cuidadores y profesores. 

La autoestima es crucial para el desarrollo de un niño, y una autoestima sana puede tener un gran impacto positivo en su vida. Cuando un niño tiene una autoestima sana, es más probable que se sienta seguro de sí mismo, feliz y con una mayor capacidad para enfrentar los desafíos que se le presentan en la vida.

La autoestima sana implica aceptar nuestras limitaciones y errores, respetarnos a nosotros mismos, ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades y trabajar en ellas. También se trata de satisfacer nuestras necesidades físicas y emocionales y fijar metas realistas. Además, la autoestima positiva ha sido relacionada con un mejor ajuste psicológico, estabilidad emocional y una amplia red social.

La falta de autoestima puede ser perjudicial, ya que puede llevar a la persona a buscar en otros lo que no recibió en su niñez o a caer en adicciones (alcohol, drogas, redes sociales, etc.) con la finalidad de sentirse suficiente. Para prevenir esto, es importante no utilizar el castigo como herramienta educativa, ya que esto puede generar sentimientos de frustración, agresión y desvalorización en el niño, que pueden manifestarse en forma de violencia interna. Asimismo, un ambiente demasiado crítico puede propiciar el desarrollo de una «autocrítica patológica paralizante», en la que la voz interior se vuelve negativa y autodestructiva.

Fomentar la autoestima de los niños es fundamental para su desarrollo integral. 

Como adultos, debemos entender que los niños necesitan probarse y medirse para confiar en sí mismos y sentirse capaces. Es importante reconocer que hay cosas que pueden hacer por sí solos y otras en las que están en proceso, y en estas últimas, debemos acompañarlos pero confiando en sus capacidades.

Es frecuente escuchar a los niños decir frases como ‘yo solito’ o ‘yo puedo’, demostrando desde temprana edad su deseo de intentar hacer las cosas por sí mismos, ser independiente y probarse a sí mismos. Incluso antes de aprender a hablar, con gestos lograron comunicar su intención de hacerlo solos».

Debemos darles el espacio para que exploren su entorno a su ritmo, sin intervenir constantemente ni sobreprotegerlos, ya que esto genera la sensación de incapacidad y puede afectar negativamente su autoestima.

Es importante que les demos una retroalimentación sincera y motivante. Decirles que hicieron algo maravilloso cuando no fue así no los ayuda a mejorar. Debemos entregarles el mensaje adecuado y, en caso de que aún haya algo que no logren, decirles que aún no pueden hacerlo, pero que pueden seguir intentándolo y que lo lograrán con esfuerzo y práctica.

Ubicar a los niños en sus zonas de desarrollo próximo, es decir, en tareas que requieren un esfuerzo adicional pero que están al alcance de sus capacidades, resultará estimulante y generará una sensación de competencia. Debemos valorar el sacrificio que ponen al aprender algo nuevo y demostrarles que hay logros que requieren tiempo, sacrificio y esfuerzo. 

Por último, ser modelo de conducta es crucial. Si el niño observa a los adultos esforzarse en las tareas cotidianas y realizarlas con una actitud adecuada, el aprende a hacer lo mismo.

Verónica Vera Neira
Psicóloga Clínica Infanto Juvenil