La ansiedad es una respuesta del cuerpo frente a situaciones que le producen una sensación de amenaza pero que no está presente, puede ser algo que ocurrirá pronto o en un futuro lejano. Lo esencial en la ansiedad es que el cuerpo se activa de manera anticipada sin tener el agente estresor presente.
Cuando la ansiedad es excesiva o inapropiada e interfiere en las actividades diarias puede convertirse en un problema que comúnmente llamamos trastorno de ansiedad, que es uno de los trastornos de salud mental más comunes en todo el mundo.
El cuerpo se activa con una respuesta de estrés, suda, tiene taquicardia, respiración agitada, etc., pero no está en situación de amenaza en ese mismo momento. Por lo que el componente esencial es la Preocupación.
Cuando experimentamos ansiedad, podemos estar en clases pensando en la cita que tenemos más tarde, luego en cita mientras conversamos estaremos pensando en otra cosa como por ejemplo en que prometiste llegar temprano a casa, y mientras vas en el bus pensaremos en las tareas pendientes que tenemos. La vida de las personas con ansiedad se caracteriza porque siempre están preocupadas por otras cosas y no pueden disfrutar del presente.
Contrario a la ansiedad, una persona que piensa en el futuro de manera funcional es capaz de pensar en distintos escenarios, planificarse y ordenarse en base a ello para hacer que el futuro sea menos amenazante. Las personas con ansiedad generalizada no son capaces de lograr esta estrategia constructiva.
¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?
Los síntomas físicos de la ansiedad son similares a los que se presentan frente al estrés y pueden incluir palpitaciones, sudoración, tensión muscular, dolores de cabeza, fatiga, temblor, agitación, náuseas, irritabilidad, dificultad para respirar y trastornos del sueño.
De los síntomas mentales la preocupación constante y desproporcionada al acontecimiento es central, también se pueden presentar pensamientos obsesivos, percibir situaciones amenazantes incluso cuando no lo son, dificultad para manejar la incertidumbre, indecisión, miedo a tomar decisiones erróneas, incapacidad de relajarse, evitación de situaciones ansiógenas y dificultad para concentrarse o sensación de “quedar en blanco”.
¿Qué causa la ansiedad?
La ansiedad puede ser causada por una combinación de factores, como sucede en la mayoría de las enfermedades, incluyendo factores biológicos, ambientales y rasgos de personalidad.
Los factores biológicos pueden incluir una predisposición genética, tener un padre con ansiedad hace más probable que un hijo también la presente; desequilibrios químicos en el cerebro, desbalance de la serotonina al igual que en la depresión, y enfermedades médicas subyacentes.
Dentro de los factores ambientales encontramos experiencias que en el pasado fueron amenazantes y que siguen siendo visualizados como amenazantes en el futuro. Podemos considerar como este tipo de amenazas, las situaciones de estrés prolongado, traumas y eventos de vida estresantes.
Los rasgos de personalidad que están asociados con la ansiedad son: búsqueda de sensaciones, apertura a la experiencia, neuroticismo y personalidad tipo A (personas caracterizadas por ser ambiciosas, competitivas, prácticas, impacientes y agresivas)
¿Cómo se trata la ansiedad?
El tratamiento de la ansiedad puede incluir terapia, medicamentos o una combinación de ambos.
Una de las terapias con mejores resultados es la terapia cognitivo-conductual que incluye la exposición y el mindfulness, lo que ayuda a las personas a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos.
Los medicamentos pueden incluir antidepresivos, (medicamentos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina) y benzodiacepinas. Es importante trabajar con un profesional de la salud mental para encontrar el tratamiento adecuado para cada persona.
En la cotidianeidad muchas veces hemos oído que a las personas que experimentan ansiedad les dicen “no te preocupes”, pero esta frase que puede tener muy buena intención jamás va a generar el efecto de no preocuparse, al contrario lo más probable es que aumente la preocupación porque no es un acto que se deja a voluntad. Si te digo, no piense en el elefante rosa, tu mente inmediatamente crea la imagen del elefante rosa, lo mismo sucede cuando le decimos a alguien “no te preocupes” o deja de pensar en lo que te preocupa”, su mente se centra en ello.
Entonces, ¿Qué hacer con la preocupación?
Para manejar los pensamientos negativos puede ser muy útil trabajar con las cogniciones y volver al presente, al aquí y al ahora.
Técnicas de grounding y mindfulness, nos permiten focalizar la atención en lo que se debe hacer ahora. La técnica de grounding consiste en generar una intensa estimulación en el presente para que la atención vuelva a estar en nosotros mismos. Ejemplos de esto son caminar sobre arena o pasto, colocar las manos en agua helada o caliente, llevarse a la boca un alimento de sabor intenso. Por otro lado, el mindfulness es una técnica de entrenamiento atencional que nos permite prestar atención a la experiencia presente, incluyendo la respiración, el cuerpo, los pensamientos y lo que nos rodea.
¿Cómo puedo manejar la ansiedad en mi día a día?
– Practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación y la atención plena.
– Hacer ejercicio regularmente.
– Asegurarse de dormir lo suficiente.
– Comer una dieta saludable y equilibrada.
– Limitar el consumo de cafeína y alcohol.
– Practicar la exposición a situaciones temidas