¿Alguna vez has sentido que el mundo se derrumba a tu alrededor? ¿Has experimentado una intensa sensación de miedo y angustia sin una causa aparente? Podrías estar sufriendo de ataques de pánico, una manifestación extrema de la ansiedad que puede afectar drásticamente tu bienestar y calidad de vida.
Los ataques de pánico son como montañas rusas emocionales. Experimentas una sensación abrumadora de ahogo, taquicardia, sudoración y temblores, acompañada de pensamientos negativos y miedos paralizantes. Duran entre 5 y 20 minutos máximo, pero su impacto puede sentirse mucho más prolongado debido a la espiral de pensamientos y miedos que generan.
El primer ataque de pánico puede aparecer repentinamente, sin previo aviso. Surge de una combinación de estrés acumulado, un estresor significativo y un patrón respiratorio inadecuado. A partir de ese momento, nosotros mismos podemos desencadenar más ataques al anticiparnos a los hechos o temer su regreso.
Imagina tu vida como una montaña rusa, donde tú tienes el control sobre la intensidad de las curvas y la altura de las subidas y bajadas. Para mantener un equilibrio óptimo, es fundamental tener curvas suaves y subidas y bajadas moderadas, adaptadas a tu estado de ánimo y necesidades.
Sin embargo, a menudo nos enfrentamos a momentos de intensidad sin la capacidad de recuperarnos adecuadamente. Continuamos subiendo en la montaña rusa, acumulando ansiedad y estrés sin darnos cuenta. Eventualmente, un evento impactante o la fatiga constante de estar en alerta puede desencadenar un ataque de pánico. Es una señal enviada por nuestro cerebro cuando hemos estado demasiado tiempo en estado de alerta y nuestro cuerpo se ha desgastado.
Para comprender la naturaleza de los ataques de pánico, imaginemos cómo nuestro cuerpo reacciona ante una situación de peligro inminente. Si un oso pardo nos persiguiera, nuestro cuerpo se activaría automáticamente en respuesta a esa amenaza. La frecuencia cardíaca y la respiración se acelerarían, preparándonos para una situación potencialmente mortal. Sorprendentemente, muchas de estas mismas reacciones ocurren durante un ataque de pánico, aunque no haya peligro evidente.
Complicaciones:
Si los ataques de pánico y el trastorno de pánico no se abordan adecuadamente, pueden afectar profundamente tu bienestar y calidad de vida. El miedo constante a experimentar más ataques puede llevarte a vivir en un estado de constante ansiedad, afectando tu capacidad para disfrutar de la vida plenamente.
Además, los ataques de pánico pueden desencadenar la aparición de fobias específicas, como el miedo a conducir o salir de casa. También pueden provocar visitas frecuentes al médico debido a preocupaciones de salud, dificultades en las relaciones sociales, problemas en el hogar y en la escuela, depresión, trastornos de ansiedad y otras complicaciones psiquiátricas. Es fundamental comprender que, si no se aborda adecuadamente, existe un riesgo elevado de pensamientos suicidas o de consumo inadecuado de sustancias.
¿Cómo abordar el trastorno de pánico?
Un Enfoque Terapéutico que ha demostrado buenos resultados es el de la Terapia Sistémica Breve, que ofrece un enfoque innovador que involucra al paciente de manera activa. En este método, el paciente se expone voluntariamente a las crisis de pánico o situaciones que lo desencadenan, mientras el terapeuta lo guía a lo largo de la sesión.
La razón detrás de esta estrategia radica en el hecho de que las personas que sufren de fobias desarrollan estrategias evitativas que les impiden abordar adecuadamente sus crisis de pánico. Para superar este obstáculo, los profesionales de la salud mental en esta área deben establecer un marco terapéutico sólido desde el primer encuentro.
Este enfoque terapéutico se centra en las variables que mantienen la persistencia del problema en el presente, en lugar de enfocarse en las causas remotas. El terapeuta observa los intentos de solución que el paciente ha ensayado, presta atención a las excepciones al problema y desarrolla estrategias para romper el ciclo de percepción y reacción que perpetúa la situación. El objetivo es introducir desorden en un sistema que se mantiene en un equilibrio disfuncional, con el propósito de conducir al paciente hacia un nuevo estado de equilibrio funcional, adaptado a las variables de su entorno.
Para abordar los ataques de pánico, se consideran cuatro áreas fundamentales del individuo: fisiológica, cognitiva, emocional y de relaciones. Una terapia eficaz debe tener en cuenta estas áreas y combinar adecuadamente las herramientas disponibles.
La Terapia Sistémica Breve proporciona un abordaje integral que combina diversas herramientas terapéuticas, adaptándose a las necesidades individuales de cada paciente. Al integrar la exposición controlada, la psicoeducación, las técnicas de manejo de la ansiedad y el trabajo en las relaciones, este enfoque ofrece una perspectiva prometedora para superar el trastorno de pánico y alcanzar una vida equilibrada y libre de miedo.